El desafío es mantener viva la cultura de las comunidades de pesca artesanal mientras generan nuevas oportunidades y capacidades para participar activamente en la gestión de las pesquerías y la conservación costera, junto al sector público-privado y sociedad civil. Debido a la escasez del recurso éstas comunidades tienden al empobrecimiento, disminución de su calidad de vida y finalmente a la desaparición, junto a sus saberes y el valor cultural patrimonial. Asimismo, la comunidad de pescadores artesanales puede convertirse en custodio de los recursos, ofrecer sus saberes y conocimientos, brindando servicios en el marco del turismo responsable. Mientras continúan desarrollando sus habilidades profesionales, mejoran su autoestima y estimulan a que las nuevas generaciones continúen con la profesión, hoy desvirtuada. Un alto porcentaje de los pescadores quieren contribuir en la conservación de la biodiversidad, ofrecer sus servicios, conocimientos y colaborar con la protección de la vida.